lunes, 27 de agosto de 2012

Transición

  Transición: 1ra parte
Sabemos que la Verdad te abrirá los ojos espirituales y ampliará tu comprensión. Te darás cuenta de que pareció ser una pérdida en un momento dado ya no lo ves así . Aprenderás que aquellos que van por el cambio llamado muerte están pasando por una transición. El alma nunca renuncia al cuerpo-templo, el cual por una u otra razón no puede expresar o manifestar salud. Tu ser querido no se ha ido. Esta morando en el corazón del Padre, has  aprendido que el Padre  es omnipresente. Así que todos Sus hijos están exactamente en lo físico o que temporalmente hayan dejado a un lado su cuerpo de carne.
Te ayudará saber que el alma continúa  reencarnando  como niños hasta que llega a la conciencia crística y tiene perfecto dominio sobre la mente, el cuerpo y los asuntos. Tu ser querido puede que ya haya construido un cuerpo-templo en el cual aprender más lecciones para desarrollar las cualidades de Dios.
Al comprender la ley de la vida y venir a la luz de la verdad, renunciamos a muchos de nuestros conceptos de Dios, de nosotros mismos y de la vida aquí y en el “más allá”. Encontramos que la unidad  y el amor espiritual son eternos . Dejamos de afligirnos cuando un ser querido se ha ido de nuestro sentido de la vista y de nuestros alrededores humanos . Entramos en el lugar interno  de luz y paz, y sabemos que el Padre está ayudando a que aquel haga lo que su alma requiere –así como Él siempre nos está ayudando.
El oír la voz tu ser querido en la noche puede haber sido el resultado de un anhelo subconsciente por saber que está cerca. O puede haber sido el deseo de  su alma y el esfuerzo de llegar a tu conciencia y consolarte. El alma es conciencia, y aquellos que están despiertos espiritualmente pueden dirigir su pensamiento y llegar a aquellos que son cercanos  a ellos. Sus pensamientos de amor te podrían alcanzar durante la quietud de tu intelecto; y sientes que realmente has oído la vóz . Esto te hará saber que el oír es mental y que los oídos no son sino instrumentos para atrapar e irradiar las cosas oídas en varias partes de la conciencia del cuerpo.
No era necesario que contestaras. Tu ser querido sintió tu respuesta, no es recomendable aferrarse a aquellos que se han ido del cuerpo. Tiende a atarlos a experiencias pasadas y posiblemente demora que se dirijan al Padre para guía divina y mayor progreso.
Vivir  en los recuerdos no es llevar a cabo el plan de Dios para tu vida. Dios es vida en ti, buscando ávidamente unidad con otra vida, anhelando manifestar la salud, el gozo, la fortaleza y la utilidad que hay en toda vida de Dios. Dios es amor que debe convertirse en amar –amar las cosas del presente, las que se refieren a ti, los pensamientos, palabras y obras que añaden a la riqueza, la paz y la belleza del mundo hoy en día.
Bien amado, te impresionaría si te dijera que aquellos que has conocido como amigos en el pasado –y que no pudieron comprender y cumplir la ley divina de la vida  de manera  que pudieran  quedarse en el cuerpo y llevar a cabo la armonía divina de Su  reino en el tiempo que los conociste en la carne- ¡no están interesados en lo más mínimo en mantener los antiguos vínculos ni las amistades! Sin duda están despiertos al hecho de que les faltó mucho en el  sentido de luz, poder y vida, y seguramente están mucho  más interesados en llegara la Verdad vital y a su aplicación, para no quedarse cortos de nuevo y estar obligados a cambiar de medio ambiente y reconstruir un cuerpo-templo para futura expresión. Estas almas que experimentan la transición llamada muerte no tienen tendencia a cristalizarse en el pasado como algunos de nosotros lo hacemos, mirando hacia el pasado para mantener nuestro interés y nuestra felicidad. Deben haber encontrado necesario despertarse, asirse a ideas nuevas y hacer nuevas amistades, para recibir inspiración y ayuda.
Así que bendice el pasado y las viejas amistades, aléjate de ellas, sabiendo que no son lo ideal ahora. Todo lo que otra persona ha significado para ti ha dejado su marca en tu alma para que te beneficies de ella diariamente. Y esto es único de valor para ti.
continua...

domingo, 19 de agosto de 2012

Gurdjieff

Mandamientos de Gurdjieff

1. Fija tu atención en ti mismo, sé consciente en cada instante de lo que piensas, sientes, deseas y haces.
2. Termina siempre lo que comenzaste.
3. Haz lo que estás haciendo lo mejor posible.
4. No te encadenes a nada que a la larga te destruya.
5. Desarrolla tu generosidad sin testigos.
6. Trata a cada persona como si fuera un pariente cercano.
7. Ordena lo que has desordenado.
8. Aprende a recibir, agradece cada don.
9. Cesa de autodefinirte.
10. No mientas ni robes, si lo haces te mientes y te robas a ti mismo.
11. Ayuda a tu prójimo sin hacerlo dependiente.
12. No desees ser imitado.
13. Haz planes de trabajo y cumplelos.
14. No ocupes demasiado espacio.
15. No hagas ruidos ni gestos innecesarios.
16. Si no la tienes, imita la fe.
17. No te dejes impresionar por personalidades fuertes.
18. No te apropies de nada ni de nadie.
19. Reparte equitativamente.
20. No seduzcas.
21. Come y duerme lo estrictamente necesario.
22. No hables de tus problemas personales.
23. No emitas juicios ni cri­ticas cuando desconozcas la mayor parte de los hechos.
24. No establezcas amistades inútiles.
25. No sigas modas.
26. No te vendas.
27. Respeta los contratos que has firmado.
28. Sé puntual.
29. No envidies los bienes o los éxitos del prójimo.
30. Habla sólo lo necesario.
31. No pienses en los beneficios que te va a procurar tu obra.
32. Nunca amenaces.
33. Realiza tus promesas.
34. En una discusión ponte en el lugar del otro.
35. Admite que alguien te supere.
36. No elimines, sino transforma.
37. Vence tus miedos, cada uno de ellos es un deseo que se camufla.
38. Ayuda al otro a ayudarse a si­ mismo.
39. Vence tus antipatí­as y acercate a las personas que deseas rechazar.
40. No actues por reacción a lo que digan bueno o malo de ti.
41. Transforma tu orgullo en dignidad.
42. Transforma tu cólera en creatividad.
43. Transforma tu avaricia en respeto por la belleza.
44. Transforma tu envidia en admiración por los valores del otro.
45. Transforma tu odio en caridad.
46. No te alabes ni te insultes.
47. Trata lo que no te pertenece como si te perteneciera.
48. No te quejes.
49. Desarrolla tu imaginación.
50. No des órdenes sólo por el placer de ser obedecido.
51. Paga los servicios que te dan.
52. No hagas propaganda de tus obras o ideas.
53. No trates de despertar en los otros emociones hacia ti como piedad, admiración, simpatí­a, complicidad.
54. No trates de distinguirte por tu apariencia.
55. Nunca contradigas, sólo calla.
56. No contraigas deudas, adquiere y paga en seguida.
57. Si ofendes a alguien, pi­dele perdón.
58. Si lo has ofendido públicamente, excusate en público.
59. Si te das cuenta de que has dicho algo erróneo, no insistas por orgullo en ese error y desiste de inmediato de tus propósitos.
60. No defiendas tus ideas antiguas sólo por el hecho de que fuiste tú quien las enunció.
61. No conserves objetos inútiles.
62. No te adornes con ideas ajenas.
63. No te fotografíes junto a personajes famosos.
64. No rindas cuentas a nadie, sé tu propio juez.
65. Nunca te definas por lo que posees.
66. Nunca hables de ti sin concederte la posibilidad de cambiar.
67. Acepta que nada es tuyo.
68. Cuando te pregunten tu opinión sobre algo o alguien, di sólo sus cualidades.
69. Cuando te enfermes, en lugar de odiar ese mal considéralo tu maestro.
70. No mires con disimulo, mira fijamente.
71. No olvides a tus muertos, pero dales un sitio limitado que les impida invadir toda tu vida.
72. En el lugar en que habites consagra siempre un sitio a lo sagrado.
73. Cuando realices un servicio no resaltes tus esfuerzos.
74. Si decides trabajar para los otros, hazlo con placer.
75. Si dudas entre hacer y no hacer, arriésgate y haz.
76. No trates de ser todo para tu pareja; admite que busque en otros lo que tú no puedes darle.
77. Cuando alguien tenga su público, no acudas para contradecirlo y robarle la audiencia.
78. Vive de un dinero ganado por ti mismo.
79. No te jactes de aventuras amorosas.
80. No te vanaglories de tus debilidades.
81. Nunca visites a alguien sólo por llenar tu tiempo.
82. Obtén para repartir.
83. Si estás meditando y llega un diablo, pon ese diablo a meditar…

martes, 14 de agosto de 2012

Disolucion de la Orden de la Estrella de Oriente


2da Parte:

Porque soy libre, no condicionado, total—no una parte, no lo relativo, sino la Verdad
total que es eterna—deseo que aquellos que buscan comprenderme sean libres; que no
me sigan, que no hagan de mi una jaula que se tornará en una religión, una secta. Más
bien deberían liberarse de todos los miedos: del miedo de la religión, del miedo de la
salvación, del miedo de la espiritualidad, del miedo del amor, del miedo de la muerte,
del miedo de la vida misma. Así como un artista pinta un cuadro porque se deleita en
esa pintura, porque ella es la expresión de su ser, su bienestar, su gloria, así hago yo
esto, y no porque quiera nada de nadie.
Ustedes están acostumbrados a la autoridad, o a la atmósfera de autoridad, la cual creen
que va a conducirlos a la espiritualidad. Creen y esperan que otro, por sus
extraordinarios poderes—un milagro—podrá transportarlos a ese reino de libertad
eterna que es la Felicidad. Toda la perspectiva que tienen de la vida está basada en esa
autoridad.
Me han escuchado durante tres años sin que ningún cambio se operara en ustedes, salvo
en algunos pocos. Ahora, analicen lo que estoy diciendo, sean críticos para que puedan
alcanzar una comprensión profunda, fundamental. Cuando buscan una autoridad que los
conduzca a lo espiritual, se obligan automáticamente a crear una organización alrededor
de esa autoridad. Por la creación misma de esa organización que suponen ha de ayudar a
esta autoridad para que les guíe hacia la vida espiritual, quedan presos en una jaula.
Si yo les hablo francamente, recuerden, por favor, que no lo hago así por dureza ni por
crueldad ni a causa del entusiasmo por mi propósito, sino porque deseo que comprendan
lo que estoy diciendo. Esa es la razón por la que están aquí, y sería una pérdida de
tiempo si yo no explicara claramente, decisivamente, mi punto de vista.
Durante dieciocho años se han estado preparando para este acontecimiento, para la
Venida del Instructor del Mundo. Durante dieciocho años se han organizado, han
esperado a alguien que viniera a dar un nuevo deleite a sus corazones y mentes, que
transformara por completo sus vidas otorgándoles una nueva comprensión; a alguien
que los elevara a un nuevo plano de existencia, que les diera un nuevo estímulo, que los
hiciera libres, ¡y vean ahora lo que está sucediendo! Piensen, razonen consigo mismos y
descubran de qué manera esa creencia los ha hecho diferentes, no con la superficial
diferencia de llevar una insignia, lo cual es trivial, absurdo. ¿En qué forma una creencia
así ha barrido con todas las cosas no esenciales de la vida? Esta es la única manera de
juzgar: ¿En qué forma son más libres, más grandes, más peligrosos para toda Sociedad
que esté basada en lo falso y en lo no esencial? ¿En qué forma los miembros de esta
Organización de la Estrella han llegado a ser diferentes?
Como dije, ustedes se han estado preparando para mí durante dieciocho años. No me
preocupa si creen o no creen que soy el Instructor del Mundo. Eso es de muy poca
importancia. Puesto que pertenecen a la Organización de la Orden de la Estrella, han
entregado su simpatía, su energía, aceptando que Krishnamurti es el Instructor del
Mundo—parcial o totalmente; totalmente para aquellos que en verdad están buscando,
sólo parcialmente con quienes están satisfechos con sus propias verdades a medias—.
Se han estado preparando durante dieciocho años, y miren cuántas dificultades tienen
ustedes en su camino hacia la comprensión, cuántas complicaciones, cuántas cosas
triviales. Sus prejuicios, sus miedos, sus autoridades, sus iglesias nuevas y viejas...
Todas esas cosas, sostengo, son una barrera para la comprensión. No puedo ser más
claro que esto. No quiero que estén de acuerdo conmigo, no quiero que me sigan, quiero
que comprendan lo que estoy diciendo.

Esta comprensión es necesaria porque la creencia de ustedes no los ha transformado,
sino que solo los ha complicado, y porque no están dispuestos a afrontar las cosas como
son. Lo que desean es tener sus propios dioses, dioses nuevos en lugar de los viejos,
religiones nuevas en lugar de las viejas, nuevas formas en vez de las viejas, todas cosas
inútiles, barreras, imitaciones, muletas. En lugar de las viejas distinciones espirituales,
tienen ustedes nuevas distinciones espirituales, en lugar de los viejos cultos, tienen
cultos nuevos. Todos dependen de algún otro para su espiritualidad, para su felicidad,
para su iluminación; y aunque se han estado preparando para mí durante dieciocho años,
cuando yo digo que todas estas cosas son innecesarias, cuando digo que deben
descartarlas todas y mirar dentro de sí mismo para la iluminación, para la gloria, para la
purificación e incorruptibilidad del ser, ninguno de ustedes quiere hacerlo. Puede que
haya unos pocos, pero son muy, muy pocos.
¿Para qué, pues, tener una organización?
¿Por qué personas falsas, hipócritas, me han seguido a mí, la encarnación de la Verdad?
Recuerden, por favor, que no estoy diciendo cosas duras o crueles, sino que hemos
llegado a una situación en que deben ustedes enfrentarse a las cosas tal como son. El
año pasado dije que no transigiría. Muy pocos me escucharon entonces. Este año he
puesto eso absolutamente en claro. No se cuántos miles en el mundo—miembros de la
Orden—han estado preparándose para mí durante dieciocho años; sin embargo, ahora
no están dispuestos a escuchar incondicionalmente, totalmente, lo que digo.
¿Para qué, pues, tener una organización?
Como dije antes, mi propósito es hacer que los hombres sean incondicionalmente libres,
porque sostengo que la única espiritualidad es la incorruptibilidad del propio ser, que es
eterno, que es la armonía entre la razón y el amor. Esta es la absoluta incondicionada
Verdad que es la Vida misma. Deseo, por lo tanto, que el hombre sea libre, que se
regocije como el pájaro en el cielo claro; libre de toda carga, independiente, extático en
esa libertad. Y yo, para quien ustedes se han estado preparando durante dieciocho años,
digo ahora, que deben liberarse de todas estas cosas, liberarse de sus complicaciones, de
sus enredos. Para esto no necesitan tener una organización basada en la creencia
espiritual. ¿Por qué tener una organización para cinco o diez personas en el mundo, que
comprenden, que luchan, que han desechado todas las cosas triviales? Y para los débiles
no puede haber organización alguna que les ayude a encontrar la Verdad, porque la
Verdad está en cada uno de nosotros; no está lejos ni cerca; está eternamente ahí.
Las organizaciones no pueden hacerlos libres. Ningún hombre puede, desde afuera,
hacerlos libres; ni un culto organizado ni la propia inmolación a una causa puede
hacerlos libres. Ustedes utilizan una máquina de escribir para su correspondencia, pero
no la ponen en un altar para adorarla. Sin embargo, eso es lo que están haciendo cuando
las organizaciones se convierten en la principal preocupación de ustedes. "¿Cuántos
miembros hay en ella?" Esta es la primera pregunta que me hacen todos los reporteros.
"¿Cuántos seguidores tiene? Por su número juzgaremos si lo que usted dice es
verdadero o falso". Yo no sé cuántos son. No estoy interesado en eso. Aunque hubiera
un solo hombre que halla podido liberarse, sería suficiente.
Además, tienen ustedes la idea de que sólo ciertas personas poseen la llave para entrar
en el Reino de la Felicidad. Nadie la posee. Nadie tiene la autoridad para poseerla. Esa
llave es el propio ser de cada uno, y sólo en el desarrollo y la purificación y la
incorruptibilidad de ese ser, está el Reino de la Eternidad.

Verán, pues, cuán absurda es toda la estructura que han creado buscando la ayuda
externa, dependiendo de otros para el propio bienestar, para la propia felicidad, para la
propia fortaleza. Estas cosas solamente pueden encontrarlas dentro de sí mismos.
¿Para qué, pues, tener una organización?
Se han acostumbrado que se les diga cuánto han avanzado, cuál es el grado espiritual
que poseen. ¡Qué niñería! ¿Quién sino ustedes mismos puede decir si son hermosos o
feos por dentro? ¿Quién sino ustedes mismos puede decir si son incorruptibles? Ustedes
no son serios en estas cosas.
¿Para qué, pues, tener una organización?
Pero aquellos que realmente deseen comprender, que traten de descubrir lo que es
eterno, sin principio y sin fin, marcharán juntos con mayor intensidad y serán un peligro
para todo lo que no es esencial, para las irrealidades, para las sombras. Y ellos se
reunirán y se volverán la llama, porque habrán comprendido. Un cuerpo así es el que
debemos crear y tal es mi propólsito. Gracias a esa verdadera comprensión habrá una
verdadera amistad. A causa de esa verdadera amistad—que al parecer ustedes no
conocen—habrá verdadera cooperación de parte de cada uno. Y esto no por motivo de
la autoridad, ni por la salvación, ni por la inmolación a una causa, sino porque realmente
han comprendido y, en consecuencia, son capaces de vivir en lo eterno. Esto es algo
más grande que todo placer y que todo sacrificio.
Estas son, pues, algunas de las razones por las que, después de haberlo considerado
cuidadosamente durante dos años, he tomado esta decisión. No proviene de un impulso
momentáneo. No he sido persuadido a ello por nadie—no me dejo persuadir en tales
cosas—. Durante dos años he estado pensando en esto, despacio, cuidadosamente,
pacientemente, y he decidido ahora disolver la Orden, puesto que soy su Jefe. Pueden
formar otras organizaciones y esperar por algún otro. Esto no me concierne, como
tampoco me concierne crear nuevas jaulas y nuevas decoraciones para esas jaulas. Mi
único interés es hacer que los hombres sean absolutamente, incondicionalmente libres.
* *

sábado, 11 de agosto de 2012

Disolución de la Orden de la Estrella de Oriente



1ra Parte:

   .
La Orden de la Estrella de Oriente fue fundada en 1911 para proclamar el
advenimiento del Instructor del Mundo. Krishnamurti fue designado Jefe de la
Orden. El 2 de agosto de 1929, día de apertura del Campamento Anual de la
Estrella, celebrado en Ommen, Holanda, Krishnamurti disolvió la Orden ante tres
mil miembros. Esta es la traducción completa de las palabras que pronunció en
aquella ocasión basada en el texto que se publicó en el Boletín de la Estrella del
mes de septiembre de 1929.
- - -
Vamos a discutir esta mañana la disolución de la Orden de la Estrella. Muchos se
alegrarán y otros se sentirán más bien tristes. Esta no es una cuestión de regocijo ni de
tristeza, porque es algo inevitable, como voy a explicarlo.
Quizás recuerden ustedes la historia de cómo el diablo y un amigo suyo estaban
paseando por la calle cuando vieron delante de ellos a un hombre que levantaba algo del
suelo y, después de mirarlo, se lo guardaba en el bolsillo. El amigo preguntó al diablo:
"¿Qué recogió ese hombre?" "Recogió un trozo de la Verdad", contestó el diablo. "Ese
es muy mal negocio para ti, entonces", dijo su amigo. "Oh, no, en absoluto", replicó el
diablo, "voy a dejar que la organice".
Yo sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y no es posible acercarse a ella por
ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta. Ese es mi punto de vista y me
adhiero a él absoluta e incondicionalmente. La Verdad, al ser ilimitada, incondicionada,
inabordable por ningún camino, no puede ser organizada; ni puede formarse
organización alguna para conducir o forzar a la gente a lo largo de algún sendero en
particular. Si desde el principio entienden eso, entonces verán cuan imposible es
organizar una creencia. Una creencia es un asunto puramente individual, y no pueden ni
deben organizarla. Si lo hacen, se torna en algo muerto, cristalizado; se convierte en un
credo, una secta, una religión que ha de imponerse a los demás. Esto es lo que todo el
mundo trata de hacer. La Verdad se empequeñece y se transforma en un juguete para los
débiles, para los que están sólo momentáneamente descontentos. La Verdad no puede
rebajarse, es más bien el individuo quien debe hacer el esfuerzo de elevarse hacia ella.
Ustedes no pueden traer la cumbre de la montaña al valle. Si quieren llegar a la cima de
la montaña, tienen que atravesar el valle y trepar por las cuestas sin temor a los
peligrosos precipicios. Tienen que ascender hacia la Verdad, esta no puede "descender"
ni organizarse para ustedes. El interés en las ideas es sostenido principalmente por las
organizaciones, pero las organizaciones sólo despiertan el interés desde afuera. El
interés que no nace del amor a la Verdad por sí misma, sino que es despertado por una
organización, no tiene valor alguno. La organización se convierte en una estructura
dentro de la cual sus miembros pueden encajar convenientemente. Ellos no se esfuerzan
más por alcanzar la Verdad o la cumbre de la montaña, sino que más bien tallan para sí
mismos un nicho conveniente donde se colocan, o dejan que la organización los

coloque, y consideran que, debido a eso, la organización ha de conducirlos hacia la
Verdad.
De modo que esta es la primera razón, desde mi punto de vista, por la que la Orden de la
Estrella debe ser disuelta. A pesar de esto ustedes formarán probablemente otras
Ordenes, continuarán perteneciendo a otras organizaciones que buscan la Verdad. Yo no
quiero pertenecer a ninguna organización de tipo espiritual; por favor, comprendan esto.
Yo haría uso de una organización que me llevara de aquí a Londres, por ejemplo; ésta es
una clase por completo diferente de organización, meramente mecánica, como el correo
o el telégrafo. Yo usaría un automóvil o un buque de vapor para viajar, estos son sólo
mecanismos físicos que nada tienen que ver con la espiritualidad. Por otra parte,
sostengo que ninguna organización puede conducir al hombre a la espiritualidad.
Si se crea una organización para este propósito, ella se convierte en una muleta, en una
debilidad, en una servidumbre que por fuerza mutila al individuo y le impide crecer,
establecer su unicidad que descansa en el descubrimiento que haga, por sí mismo, de
esta Verdad absoluta e incondicional. Por lo tanto, esa es otra de las razones por las que
he decidido, ya que soy el Jefe de la Orden, disolverla. Nadie me ha persuadido para
que tome esta decisión.
Esta no es ninguna magnífica proeza, porque yo no deseo seguidores, y esto es lo que
quiero significar. En el momento en que siguen a alguien, dejan de seguir a la Verdad.
No me preocupa si prestan o no prestan atención a lo que digo, deseo hacer cierta cosa
en el mundo y voy a hacerla con resuelta concentración. Sólo estoy interesado en una
cosa esencial: Hacer que el hombre sea libre. Deseo liberarlo de todas las jaulas, de
todos los temores, y no fundar religiones, nuevas sectas, ni establecer nuevas teorías y
nuevas filosofías. Entonces, como es natural, me preguntarán por qué recorro el mundo
hablando continuamente. Les diré por qué lo hago. No es porque desee que me sigan ni
porque desee un grupo especial de discípulos selectos. (¡Cómo gustan los hombres de
ser diferentes de sus semejantes, por ridículas, absurdas o triviales que puedan ser sus
distinciones! No quiero alentar ese absurdo). No tengo discípulos ni apóstoles, ya sea en
la tierra o en el reino de la espiritualidad.
Tampoco es la tentación del dinero, ni es el deseo de vivir una vida cómoda lo que me
atrae. ¡Si yo quisiera llevar una vida cómoda no vendría a un Campamento ni viviría en
un país húmedo! Estoy hablando francamente porque quiero que esto quede establecido
de una vez por todas. No deseo que estas discusiones infantiles se repitan año tras año.
Un periodista que me ha entrevistado, consideraba un acto grandioso disolver una
organización en la que había miles y miles de miembros. Para él esto era una gran
acción, porque dijo: "¿Qué hará usted después, cómo vivirá? No tendrá seguidores, la
gente no le escuchará." Con que sólo haya cinco personas que escuchen, que vivan, que
tengan sus rostros vueltos hacia la eternidad, será suficiente ¿De qué sirve tener miles
que no comprenden, que estén por completo embalsamados en sus prejuicios, que no
desean lo nuevo, sino que más bien desean traducir lo nuevo para que se acomode a sus
propias personalidades estériles, estancadas? Si hablo enérgicamente no me entiendan
mal, por favor, no es por falta de compasión. Si acuden a un cirujano para una
operación, ¿no es bondad de su parte operar aunque les cause dolor? Así, de igual modo,
si yo hablo francamente no es por falta de verdadero afecto; al contrario.
Como he dicho, tengo solamente un propósito: hacer que el hombre sea libre,
impulsarlo hacia la libertad, ayudarle a que rompa con todas sus limitaciones, porque
sólo eso habrá de darle la felicidad eterna, la realización no condicionada del ser...
 continua...

viernes, 3 de agosto de 2012

EL PERDÓN

Rosemary Fillmore Rhea
 
      A medida que miramos nuestro mundo complejo e incompatible, podríamos estar de acuerdo en que el ingrediente que más se necesita para lograr paz universal y armonía es la cualidad del perdón.
      Cuando estudiamos la historia de las civilizaciones vemos que hay resentimientos pasados, odios pasados, injusticias pasadas que continuamente revuelven el fuego de la venganza abrasando en algún lugar el alma humana.
      Hay riñas religiosas, riñas étnicas, riñas familiares –riñas que continúan de generación en generación. Los recuerdos de las injusticias pasadas se transmiten a través de los siglos, y pocas personas parecen estar dispuestas a perdonar u olvidar.
      Así que para curar nuestro mundo, nosotros, como seres humanos, debemos aprender el arte del perdón. Y el proceso de curación debe comenzar con nosotros.
      ¿Cómo podemos hacerlo?. ¿Cómo podemos aprender a perdonar cuando el mundo nos enseña a no dejar pasar la injusticia, que aquellos que nos han causado dolor y tristeza deben ser castigados?.
      La respuesta yace en nosotros –en esa parte de nosotros que sabe que es sólo a través del perdón que podemos encontrar liberación y perfección. Mientras estemos aferrados a “pensar como víctimas”, estamos regalando nuestro poder a la clase de personas y cosas que nos atan a nuestros pasados dolorosos.
      Nuestra parte humana quiere desquitarse, para hacer que la otra persona sufra así como nosotros hemos sufrido. Todos hemos oído la expresión, “yo no me enojo; me desquito”. Pero este precepto moral “ojo por ojo” ha sido la causa de mucha tragedia humana. Gandhi dijo que si todos practicáramos el precepto moral “ojo por ojo”, pronto el mundo entero estaría ciego. A la larga, la venganza no nos hace sentir mejor; sino que abastece de combustible el ciclo de represalia que nunca termina. El perdón es la única manera de curarnos a nosotros mismos y a nuestro mundo.
      Cuando Pedro le preguntó a Jesús: “Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?. Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete” (Mt 18:21-22).
      Luego en Romanos, Pablo nos amonesta: “No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos... si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber... No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Ro. 12:17-21).
      Si alguien nos ha herido profundamente, esto podría parecer una tarea casi imposible, pero Jesús sabía que debemos perdonar si deseamos tener paz y armonía.
      Podríamos pensar: “Por supuesto, quisiera librarme de mi ira, de mi dolor, pero ¿cómo puedo olvidar o perdonar, cuando la injusticia es tan evidente, la traición tan abrumadora?”
      No es fácil perdonar. A veces, parece más allá de nuestro alcance humano hacer lo intolerable tolerable. Y si sólo fuéramos humanos, esto podría ser cierto. Pero no sólo somos humanos, somos también divinos. En el momento en que elegimos el sendero del perdón, el amor divino que es el corazón de nosotros comienza a obrar su poder milagroso.
                  
Cicatrizando la herida
      Se dice de la historia de un hombre a cuyo hijo le mató el perro del vecino. El hombre estaba tan herido, tan enojado, que todo para lo que vivía era vengar la muerte de su hijo. El odio por su vecino era consumidor. Finalmente, una hambruna cayó sobre la tierra y el vecino no tenía semilla para su sembradío.
      Una noche el padre dejó a un lado su rencor, salió y plantó el sembradío de su vecino. Él explicó su acción diciendo: “Sembré en el sembradío de mi enemigo para que Dios exista”. Lo que él estaba diciendo era que al perdonar a su vecino él estaba abriendo el camino para que Dios se expresara a través de él. El odio, la ira y el resentimiento obstruyen la salida del amor sanador de Dios. El no perdonar nos daña más a nosotros que a la persona a quien es dirigido.
      El primer paso para liberarnos de nuestros pasados dolores es perdonarnos a nosotros mismos. Es difícil perdonar a otros cuando estamos llenos de condenación y culpabilidad personal. Perdonar nuestro pasado es contemplar nuestras vidas desde una perspectiva diferente, desde la perspectiva del amor. Cuando nos miramos a través de los ojos del amor, vemos que cada experiencia, cada persona ha sido parte del crecimiento de nuestras almas.
      ¿No elegimos a veces imprudentemente? ¿No hacemos o decimos a veces cosas que deseamos no haber hecho o dicho?
      La manera en que reaccionamos a la vida en el ayer no es quizás la manera que elegiríamos actuar hoy. Sin embargo, cada nuevo día , cada nuevo momento, es una oportunidad para elegir de nuevo.
      Si tuviéramos un amigo que cometió algunos errores en el pasado pero que hoy vive rectamente, ¿le recordaríamos constantemente su comportamiento pasado? Por supuesto que no, entonces ¿le recordaríamos constantemente su comportamiento pasado? Por supuesto que no, entonces ¿porqué nos hacemos esto a nosotros mismos?.
La culpa nos ata, nos confina y nos impide un futuro creativo.
      “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; pero cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño” (1 Co 13:11). A medida que despertamos y no volvemos conscientes de nuestra naturaleza divina, podemos perdonar a esa criatura en nosotros que actuó debido a una conciencia de temor e ignorancia.
      “Ahora vemos por espejo, oscuramente; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero, entonces conoceré como fui conocido. Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1 Co 13:12-13).
      Es cierto que las personas se hacen cosas malas unas a otras, y es difícil comprender por qué algunas personas se comportan de la manera que lo hacen. Sin embargo, si podemos ver más allá del hecho y ver a la persona, veremos que es su temor –su falta de conciencia­– lo que los hace actuar en forma destructiva y deplorable.
      Esto no quiere decir que debemos aceptar el mal comportamiento o que debemos permanecer en relaciones abusivas. Por el contrario, hacer esto no es respetarnos a nosotros mismos y ciertamente no ayuda a la persona abusiva. Sin embargo, no es nuestra responsabilidad tratar de cambiar a otros. Nuestra responsabilidad es dejarlos a Dios.
      Hacemos esto a través del poder del amor. El regalo más grande que podemos dar a otros es nuestra fe en que el amor sanador de Dios obra en ellos, manifestando paz y armonía en sus almas así como en las nuestras.
      Cuando dejamos ir y dejamos a Dios actuar, nos liberamos. Según perdonamos, así somos perdonados.
      La última lección acerca del perdón fue dada por Jesús en la cruz, cuando oró por Sus perseguidores: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23:34).
      Nosotros, por supuesto, no somos Jesús, pero tenemos en nosotros el mismo espíritu que se expresó a través de Él. Y aunque desde nuestra percepción humana, no comprendemos porqué hemos sufrido, en algún momento veremos en retrospección que todo lo que nos ha sucedido –cada experiencia que hemos tenido, cada persona que hemos conocido– ha sido importante en el viaje de la evolución de las almas. Entonces podremos parafrasear las palabras de José a sus hermanos, quienes lo vendieron a esclavitud: Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo encaminó a bien.
 
Afirmaciones de perdón
      Las siguientes son afirmaciones de curación para guiarte hacia una conciencia que sabe que el amor siempre está contigo. Cuando dejas ir y dejas a Dios actuar, el poder sanador del amor hará su obra perfecta en ti.
      El amor perdonador de Jesucristo fluye a través de mi mente y corazón, y soy libre.
      Estoy consciente de la presencia del amor en mí que sana y restaura mi alma.
      Dejo ir cualquier sentimiento de enojo, resentimiento o dolor. Soy un ser espiritual en un viaje espiritual, y ninguna persona o experiencia puede impedir mi bien.
      Te pongo al cuidado de Dios, y te bendigo en tu camino. Te perdono, así como soy perdonado. Cuando nos encontremos otra vez, será en un espíritu de amor.
      Gracias, Dios, que esto surgió para bendecir mi vida.