2da Parte:
Porque soy libre, no condicionado, total—no una parte, no lo relativo, sino la Verdad
total que es eterna—deseo que aquellos que buscan comprenderme sean libres; que no
me sigan, que no hagan de mi una jaula que se tornará en una religión, una secta. Más
bien deberían liberarse de todos los miedos: del miedo de la religión, del miedo de la
salvación, del miedo de la espiritualidad, del miedo del amor, del miedo de la muerte,
del miedo de la vida misma. Así como un artista pinta un cuadro porque se deleita en
esa pintura, porque ella es la expresión de su ser, su bienestar, su gloria, así hago yo
esto, y no porque quiera nada de nadie.
Ustedes están acostumbrados a la autoridad, o a la atmósfera de autoridad, la cual creen
que va a conducirlos a la espiritualidad. Creen y esperan que otro, por sus
extraordinarios poderes—un milagro—podrá transportarlos a ese reino de libertad
eterna que es la Felicidad. Toda la perspectiva que tienen de la vida está basada en esa
autoridad.
Me han escuchado durante tres años sin que ningún cambio se operara en ustedes, salvo
en algunos pocos. Ahora, analicen lo que estoy diciendo, sean críticos para que puedan
alcanzar una comprensión profunda, fundamental. Cuando buscan una autoridad que los
conduzca a lo espiritual, se obligan automáticamente a crear una organización alrededor
de esa autoridad. Por la creación misma de esa organización que suponen ha de ayudar a
esta autoridad para que les guíe hacia la vida espiritual, quedan presos en una jaula.
Si yo les hablo francamente, recuerden, por favor, que no lo hago así por dureza ni por
crueldad ni a causa del entusiasmo por mi propósito, sino porque deseo que comprendan
lo que estoy diciendo. Esa es la razón por la que están aquí, y sería una pérdida de
tiempo si yo no explicara claramente, decisivamente, mi punto de vista.
Durante dieciocho años se han estado preparando para este acontecimiento, para la
Venida del Instructor del Mundo. Durante dieciocho años se han organizado, han
esperado a alguien que viniera a dar un nuevo deleite a sus corazones y mentes, que
transformara por completo sus vidas otorgándoles una nueva comprensión; a alguien
que los elevara a un nuevo plano de existencia, que les diera un nuevo estímulo, que los
hiciera libres, ¡y vean ahora lo que está sucediendo! Piensen, razonen consigo mismos y
descubran de qué manera esa creencia los ha hecho diferentes, no con la superficial
diferencia de llevar una insignia, lo cual es trivial, absurdo. ¿En qué forma una creencia
así ha barrido con todas las cosas no esenciales de la vida? Esta es la única manera de
juzgar: ¿En qué forma son más libres, más grandes, más peligrosos para toda Sociedad
que esté basada en lo falso y en lo no esencial? ¿En qué forma los miembros de esta
Organización de la Estrella han llegado a ser diferentes?
Como dije, ustedes se han estado preparando para mí durante dieciocho años. No me
preocupa si creen o no creen que soy el Instructor del Mundo. Eso es de muy poca
importancia. Puesto que pertenecen a la Organización de la Orden de la Estrella, han
entregado su simpatía, su energía, aceptando que Krishnamurti es el Instructor del
Mundo—parcial o totalmente; totalmente para aquellos que en verdad están buscando,
sólo parcialmente con quienes están satisfechos con sus propias verdades a medias—.
Se han estado preparando durante dieciocho años, y miren cuántas dificultades tienen
ustedes en su camino hacia la comprensión, cuántas complicaciones, cuántas cosas
triviales. Sus prejuicios, sus miedos, sus autoridades, sus iglesias nuevas y viejas...
Todas esas cosas, sostengo, son una barrera para la comprensión. No puedo ser más
claro que esto. No quiero que estén de acuerdo conmigo, no quiero que me sigan, quiero
que comprendan lo que estoy diciendo.
Esta comprensión es necesaria porque la creencia de ustedes no los ha transformado,
sino que solo los ha complicado, y porque no están dispuestos a afrontar las cosas como
son. Lo que desean es tener sus propios dioses, dioses nuevos en lugar de los viejos,
religiones nuevas en lugar de las viejas, nuevas formas en vez de las viejas, todas cosas
inútiles, barreras, imitaciones, muletas. En lugar de las viejas distinciones espirituales,
tienen ustedes nuevas distinciones espirituales, en lugar de los viejos cultos, tienen
cultos nuevos. Todos dependen de algún otro para su espiritualidad, para su felicidad,
para su iluminación; y aunque se han estado preparando para mí durante dieciocho años,
cuando yo digo que todas estas cosas son innecesarias, cuando digo que deben
descartarlas todas y mirar dentro de sí mismo para la iluminación, para la gloria, para la
purificación e incorruptibilidad del ser, ninguno de ustedes quiere hacerlo. Puede que
haya unos pocos, pero son muy, muy pocos.
¿Para qué, pues, tener una organización?
¿Por qué personas falsas, hipócritas, me han seguido a mí, la encarnación de la Verdad?
Recuerden, por favor, que no estoy diciendo cosas duras o crueles, sino que hemos
llegado a una situación en que deben ustedes enfrentarse a las cosas tal como son. El
año pasado dije que no transigiría. Muy pocos me escucharon entonces. Este año he
puesto eso absolutamente en claro. No se cuántos miles en el mundo—miembros de la
Orden—han estado preparándose para mí durante dieciocho años; sin embargo, ahora
no están dispuestos a escuchar incondicionalmente, totalmente, lo que digo.
¿Para qué, pues, tener una organización?
Como dije antes, mi propósito es hacer que los hombres sean incondicionalmente libres,
porque sostengo que la única espiritualidad es la incorruptibilidad del propio ser, que es
eterno, que es la armonía entre la razón y el amor. Esta es la absoluta incondicionada
Verdad que es la Vida misma. Deseo, por lo tanto, que el hombre sea libre, que se
regocije como el pájaro en el cielo claro; libre de toda carga, independiente, extático en
esa libertad. Y yo, para quien ustedes se han estado preparando durante dieciocho años,
digo ahora, que deben liberarse de todas estas cosas, liberarse de sus complicaciones, de
sus enredos. Para esto no necesitan tener una organización basada en la creencia
espiritual. ¿Por qué tener una organización para cinco o diez personas en el mundo, que
comprenden, que luchan, que han desechado todas las cosas triviales? Y para los débiles
no puede haber organización alguna que les ayude a encontrar la Verdad, porque la
Verdad está en cada uno de nosotros; no está lejos ni cerca; está eternamente ahí.
Las organizaciones no pueden hacerlos libres. Ningún hombre puede, desde afuera,
hacerlos libres; ni un culto organizado ni la propia inmolación a una causa puede
hacerlos libres. Ustedes utilizan una máquina de escribir para su correspondencia, pero
no la ponen en un altar para adorarla. Sin embargo, eso es lo que están haciendo cuando
las organizaciones se convierten en la principal preocupación de ustedes. "¿Cuántos
miembros hay en ella?" Esta es la primera pregunta que me hacen todos los reporteros.
"¿Cuántos seguidores tiene? Por su número juzgaremos si lo que usted dice es
verdadero o falso". Yo no sé cuántos son. No estoy interesado en eso. Aunque hubiera
un solo hombre que halla podido liberarse, sería suficiente.
Además, tienen ustedes la idea de que sólo ciertas personas poseen la llave para entrar
en el Reino de la Felicidad. Nadie la posee. Nadie tiene la autoridad para poseerla. Esa
llave es el propio ser de cada uno, y sólo en el desarrollo y la purificación y la
incorruptibilidad de ese ser, está el Reino de la Eternidad.
Verán, pues, cuán absurda es toda la estructura que han creado buscando la ayuda
externa, dependiendo de otros para el propio bienestar, para la propia felicidad, para la
propia fortaleza. Estas cosas solamente pueden encontrarlas dentro de sí mismos.
¿Para qué, pues, tener una organización?
Se han acostumbrado que se les diga cuánto han avanzado, cuál es el grado espiritual
que poseen. ¡Qué niñería! ¿Quién sino ustedes mismos puede decir si son hermosos o
feos por dentro? ¿Quién sino ustedes mismos puede decir si son incorruptibles? Ustedes
no son serios en estas cosas.
¿Para qué, pues, tener una organización?
Pero aquellos que realmente deseen comprender, que traten de descubrir lo que es
eterno, sin principio y sin fin, marcharán juntos con mayor intensidad y serán un peligro
para todo lo que no es esencial, para las irrealidades, para las sombras. Y ellos se
reunirán y se volverán la llama, porque habrán comprendido. Un cuerpo así es el que
debemos crear y tal es mi propólsito. Gracias a esa verdadera comprensión habrá una
verdadera amistad. A causa de esa verdadera amistad—que al parecer ustedes no
conocen—habrá verdadera cooperación de parte de cada uno. Y esto no por motivo de
la autoridad, ni por la salvación, ni por la inmolación a una causa, sino porque realmente
han comprendido y, en consecuencia, son capaces de vivir en lo eterno. Esto es algo
más grande que todo placer y que todo sacrificio.
Estas son, pues, algunas de las razones por las que, después de haberlo considerado
cuidadosamente durante dos años, he tomado esta decisión. No proviene de un impulso
momentáneo. No he sido persuadido a ello por nadie—no me dejo persuadir en tales
cosas—. Durante dos años he estado pensando en esto, despacio, cuidadosamente,
pacientemente, y he decidido ahora disolver la Orden, puesto que soy su Jefe. Pueden
formar otras organizaciones y esperar por algún otro. Esto no me concierne, como
tampoco me concierne crear nuevas jaulas y nuevas decoraciones para esas jaulas. Mi
único interés es hacer que los hombres sean absolutamente, incondicionalmente libres.
* *