PERDÉ EL MIEDO AL
RECHAZO
Todos, en cierta medida, nos
preocupamos por caer bien a los demás. Pero cuando esa mirada externa comienza
a condicionarnos, tendemos a aislarnos. Entérate de cómo enfrentarla.
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VECES, sin una
explicación clara a la vista, la exposición social nos paraliza o nos impide
actuar con total libertad. Podemos sentirnos muy nerviosos antes de una cita o
una reunión, experimentar inseguridad a la hora de comunicar algo y llenarnos
de pensamientos negativos sobre cómo será nuestra repercusión en otras
personas. Estas sensaciones suelen ir de la mano de síntomas como el
sonrojarnos, transpiración y sequedad en la boca, fuertes palpitaciones,
sensaciones que nos amenazan y nos hacen sentir incómodos. En el fondo, lo que
nos pasa es que tenemos miedo a ser rechazados. Nos asusta sentirnos
despreciados por el entorno, porque creemos que necesitamos de la aprobación de
los otros para sentirnos bien, lo que nos transforma en personas dependientes. Llegamos a perder nuestra
propia identidad, por autocensurarnos y amoldarnos a los demás. Dejamos de
mostrarnos tal cual somos, por temer que alguien desapruebe nuestra forma de
ser, actuar y de pensar. Pero en realidad, ¿es eso lo que el mundo espera de
nosotros? ¿Y qué sucede con lo que esperamos de nosotros mismos?
Así empieza
Este miedo inconsciente se puede desarrollar de diversas
maneras y en distintos momentos de la vida. En general, puede deberse a los
siguientes factores.
*Desatención de los padres. Si en
la infancia no nos sentimos protegidos por el núcleo familiar,
posiblemente no
hayamos incorporados modelos que nos ayuden a ganar seguridad, confianza y
aceptación.
*Experiencias
traumáticas. Situaciones pasadas ligadas al rechazo, que quedaron
sin resolver, como las
burlas en el
colegio o en el grupo de amigos, pueden hacernos sentir inferiores.
*Aislamiento social. Si
desde chicos crecimos en un ámbito alejado de las actividades que fomentan la
interacción con los demás, podemos no
hallarnos adaptados a las relaciones interpersonales.
Las consecuencias
Vivir tan pendientes del rechazo, la aceptación y de la
mirada ajena nos hace actuar de forma poco espontánea. No nos permitimos sacar
a relucir todo lo depositado en nuestro interior, porque pensamos que lo que
tenemos para aportar es poco interesante. Así, llegamos a creer que seguir las
tendencias que nos rodean nos va a hacer sentir mejor dentro del grupo con el
cual queremos simpatizar. Por ejemplo, dejamos de expresar nuestras opiniones
en especial si la mayoría las contradice; adoptamos de manera fácil conductas
convencionales, incluso si no estamos de acuerdo con ellas.
También, con tal de configurar una buena imagen, podemos
llegar a querer complacer desmedidamente a los demás, dejando de lado nuestros
propios deseos. O sentirnos muy incómodos al estar con gente desconocida, lo
que deviene en evitar las reuniones sociales. Todos estos hábitos despiertan en
nosotros sentimientos de pérdida de la identidad, insatisfacción vital, muy
baja tolerancia a la crítica y la frustración, y falta de autenticidad.
El miedo al rechazo, además, puede jugarnos una mala
pasada en el marco del noviazgo o el matrimonio. ¿Cómo sostener una relación
armoniosa si todo el tiempo pensamos que nuestra pareja nos va a abandonar, o
que no nos quiere lo suficiente? Tarde o temprano, el vínculo se desgasta.
Momento de cambio
El primer paso es aceptar el miedo. Invertir el
pensamiento y dejar de creer que no podemos. Romper los prejuicios sobre nosotros mismos, y darnos una oportunidad
para demostrarnos que, en vez de huirle a los problemas, es mejor enfrentarlos
y solucionarlos como cualquier persona. Esa seguridad es la que nos va a
dar el impulso para animarnos a nuevas experiencias, y el éxito en ellas, a su
vez, aumentará la autoconfianza.
Algunos pasos, con el fin de sacar todo lo bueno que
tenemos para brindar, son:
1.
Conocernos
mejor
Al reflexionar,
podemos descubrir que el miedo al rechazo no es el resultado de los juicios de
los demás, sino de los que hacemos sobre nosotros mismos. Nos enfocamos en
nuestros defectos y complejos, y pensamos que todos van a despreciarlos. Pero,
¿quién se está rechazando en primera instancia? Nosotros mismos, desde el interior.
Es importante vencer los prejuicios sobre uno mismo, para superar los temores y
ganar seguridad.
2.
Errar es
humano
El miedo al
fracaso anula la posibilidad de asumir un desafío. Por un lado, dejamos de
aprovechar una nueva experiencia y, por otro, perdemos la oportunidad de
aprender de los errores, en caso de que los resultados no sean los esperados.
¡Nadie nació sabiendo! Hay que tenerlo en cuenta, para desarrollarnos sobre la
base de prueba y error, sin importar cuán bien o mal nos vaya en el intento.
3.
¡Acción!
Cuanto más
actuemos, más nos desprenderemos de los fantasmas de nuestra mente. Por eso,
cambiar horas de pensamiento innecesario por horas de acción constructiva nos
va a llenar de energía para animarnos a ser nosotros mismos, frente a cualquier
persona y situación.
A modo de conclusión, es positivo pensar en todo lo que
nos podemos perder por el temor a ser rechazados. Hay que cambiar de actitud y
animarnos a vivir plenamente, siendo como somos, sin engañarnos, ni pretender
hacerlo con los demás.Y
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