jueves, 27 de diciembre de 2012

FELICIDAD


 


Afirmo: La felicidad proviene del amor incondicional de Dios en mí.

Los seres humanos damos gran valor a la felicidad. Mas yo tengo presente que las circunstancias externas, los logros y las personas no pueden hacerme feliz. Mi gozo verdadero proviene de Dios. Gracias a mi Creador aprendo a amar incondicionalmente, y a ser amable y compasivo con los demás y conmigo mismo.

Acepto a todas las personas como seres espirituales que viven una experiencia humana y que siempre están en evolución. Cuando estoy consciente de mi verdadera naturaleza espiritual y la expreso, soy realmente feliz. Comparto mi alegría según aprecio el bien en los demás. Dios es amor, y la oportunidad de expresar el amor de Dios de manera única me brinda gran dicha.

“Dichosos los de conducta perfecta, los que siguen las enseñanzas del Señor” (Salmo 119:1).

 

 

DEJAR IR

 
Afirmo: Una transformación inspirada por Dios se lleva a cabo en mí ahora.

Si coloco unas semillas de flores en un estante en lugar de sembrarlas, tendré las semillas, pero nunca las veré convertirse en flores bellas y fragantes. Tener las semillas puede que me dé una sensación de control, pero nunca las disfrutaré plenamente hasta que las siembre y las vea crecer y alcanzar su potencial.

Ninguna solución surge si mantengo la atención en la escasez. Recuerdo que si albergo problemas y preocupaciones no doy cabida a mi bien. De manera que los dejo ir y permito que Dios obre libremente en mí y por medio de mí. Al afirmar: Dejo ir y dejo a Dios actuar, rompo el ciclo de la preocupación. Enfoco mi atención en el poder de Dios en mí y mis oportunidades se expanden.

“Yo envío mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino delante de ti” (Mateo 11:10).

No hay comentarios:

Publicar un comentario